"Los grandes espiritus siempre encontraran violenta oposicion de mentes mediocres; estos ultimos no entienden como un hombre no se somete a los prejuicios hereditarios si no que con valor y coraje usa su inteligencia"
Con una distancia promedio de 180 metros, el equipo "Penetra Nubes" conformado por alumnos de Ingeniería en computación arrasó en el evento “Lambda Rockets II” dejando sin duda alguna estela en la historia de este acontecimiento. Se les agradece también su participación a los demás equipos “Penetra Nubes II” y “Chapulines” esperando que perseveren los ánimos para un futuro concurso. Agradecerles también a los colaboradores que hicieron posible el evento, Jueces y a el programa de radio “Punto Udg”.
Y claro a los integrantes de la sociedad Lambda Cuánticos muchas gracias por su apoyo.
Una institución es un mecanismo, una estructura, un agente normativo (crea normas y se asegura de su cumplimiento). Como tal, tiene la función de reproducir valores, normas, cultura, etc. O sea que en su seno se crían y reproducen las "leyes" que guían nuestro comportamiento social, nuestras costumbres, y a veces hasta nuestros deseos... o sea que las instituciones perpetúan una forma, un modo de actuar, de querer, de desear... o sea que le dan uniformidad a los miembros de una sociedad, dado que en una sociedad, las "formas" de un grupo imperan sobre las de un individuo.
Dicho esto, pongamos la institución (las instituciones) en manos de un gobierno, cualquiera que este sea. Dicho gobierno utilizará a las intstituciones para mantener el orden, y para mantener a sus miembros, dentro de un cierto esquema en el que todos sean más o menos uniformes (con libertades, obviamente, pero bajo una forma de pensar colectiva uniforme). Nada más útil para un gobierno que las instituciones como medio de control, acostumbramiento, normalización (en el sentido de crear normas) y como agente operante y activo sobre la sociedad.
Las instituciones educan. Cuando una persona no está "educada", un gobierno tendría que volverse opresor para asegurarse de tener el control. Se nombrarían espías, guardias, etc., que operaran sobre las personas para que estas no se rebelen, no actúen distinto, no piensen distinto al grupo, al rebaño. Sin embargo, cuando una persona está "educada", condicionada, regulada, esa persona no necesita que la cuiden, la persona actuará por sí sola bajo las normas de la institución, porque dicho comportamiento es el "normal", y lo anormal es desagradable, lo anormal es causa de separación. Ir bajo las reglas de la mayoría nos asegura compañía, prestigio, seguridad... ir en contra no. De esta manera, los que no quieran seguir las normas institucionalizadas (?), normales, las del grupo, tienen qué regresar al grupo, dado que el rechazo social podría ser peor que la individualidad de criterio.
He ahí la fórmula mágica para mantener a la plebe en el corral.
Para reforzar mis argumentos, les presento un documental, muy divulgado en la red, que habla de algunas instituciones de poder, sociales, educativas... que mantienen en raya a la plebe.
Para que podamos decir que algo existe, los efectos de su existencia deben ser medibles. Es fácil decir que la gravedad es un hecho si dejamos caer una moneda. La gravedad es una propiedad de la materia, aunque no sabemos exactamente qué la provoca: si resulta de la interacción de partículas llamadas gravitones, o solo es la hipotética curvatura de un espacio-tiempo. Para saber su causa, debemos idear un experimento en el que sometamos nuestras hipótesis, y rechacemos una y aceptemos otra, o rechacemos ambas... pero las dos no pueden ser ciertas.
Alguien podría decir, por ejemplo, que el efecto de la existencia de un dios es el universo, su creación. Ahora, esto no es cierto, porque no tenemos evidencia que respalde la relación universo-creador. Necesitamos una prueba directa de la existencia de un dios, y después una prueba que asegure la relación de dios con el universo.
Para empezar, dios por definición es un ser inmaterial, dado que creó la materia/energía, él mismo no debe ser materia/energía. Pero si él mismo no es materia/energía (o algunos dicen que es energía indetectable, pero aquello que no se detecta es porque tampoco existe), y por los hechos, todo lo que sabemos que existe es material, dios al no ser materia, no puede existir, de acuerdo a nuestras deficiones de existencia. Esto es un principio lógico: algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, falla.
Se podría decir, entonces, que es otra clase de materia/energía, que no es susceptible a nuestras mediciones, y que tampoco podemos comprobarlo empíricamente. Los creyentes gustan de estas proposiciones truculentas, en la cual la razón queda impedida para comprobar sus afirmaciones. Un ateo no puede comprobar la no existencia de dios, así como no se puede comprobar la no existencia de asnos que viven en un planeta de andrómeda, sin embargo, alguien puede afirmar que tales asnos existen hasta no demostrar lo contrario. Sencillamente no tiene caso, es estúpido.
Digo, entonces, ¿dios es como un objeto cuadrado redondo? ¿Qué otra cosa, aparte de dios, no es de materia ni energía ordinaria, y no podemos medirlo, cuantificarlo, ni probarlo? Solo aquellos objetos de nuestra imaginación que no existen poseen estas cualidades, entonces, ¿dios se asemeja a los objetos inexistentes, pero sin embargo existe? Dicho de otra manera, ¿existe al no existir? Para muchos, quizá, ¿pero para las mentes racionales?
Para la mayoría de la gente, dios solo se sostiene de acuerdo a pensamientos absurdos, fundados más bien en la tradición que en las pruebas, en el miedo que en el convencimiento, en la irracionalidad que en la lógica. Al tratar de ciencia, decidimos seguir un método racional, al tratar de un ente inmaterial como dios, hacemos a un lado dicho método y nos ponemos a idear argumentos eyaculados de nuestra imaginación para no sentirnos solos en el universo, sin principios ni lógica, sin aquello que, curiosamente, creamos para acercarnos a la verdad: el método científico, porque dios no es susceptible a dicho método, como tampoco lo son los círculos cuadrados.
"Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas, una vez en la vida." Descartes
¿En qué reside la grandeza de Descartes? Desplazó a Dios, pone al hombre en el centro del universo, el explica que ya no es Dios quien revela la verdad, y despierta las mentes que yacían en la edad media.
En la edad media se tenía una postura muy “relax” ya que no tenían que pensar, filosofar, Dios daba todas las respuestas a través del evangelio. Descartes dijo, yo quiero pensar por mí mismo “Cogito ergo sum” (pienso, luego existo). Él un estudioso de la teología, cuestiona el orden de la iglesia en consecuencia de la fuerte opresión del libre pensamiento.
En esa época, Dios está siendo apedreado por la ciencia, con Galileo, Copérnico, etc. Y Descartes dice, es hora que el pueblo salga de su cueva y se decide a tirar pedradas su Discurso del método. La gente de ese tiempo, esperaba las señales divinas para comenzar a actuar y después de su discurso la gente toma entre sus manos las riendas de su vida, tanto influyo Descartes que en muy poco tiempohay un cambio notable en la historia la revolución francesa.
El habla de un método en el cual tiene como objetivo, aumentar gradualmente el conocimiento y elevarlo poco a poco hasta el punto más alto a la que la mediocridad de una vida puede permitir llegar. Pasemos de lleno a sus preceptos:
1. La duda metódica,no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; evitar cuidadosamente la “precipitación”.
2. El análisis: este consiste en dividir cada una de las dificultades que examines, en cuantas partes sea posible y en cuantas requiera su mejor solución.
3. La síntesis,ordenar los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
4. El control, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, hasta estar seguro de no omitir nada.
“Y no me precio tampoco de ser el primer inventor de mis opiniones, sino solamente de no haberlas admitido ni porque las dijeran otros ni porque no las dijeran, sino sólo porque la razón me convenció de su verdad.”
Ya implementado sus preceptos, la conciencia individual es la nueva filosofía de la que Descartes es padre. Nos dice a través de su discurso que debemos de aprender que la lectura de todos los buenos libros es como conversar con los mejores ingenios del pasado. Tenemos una enorme responsabilidad en nuestras manos, el estudio o encuentro con la verdad, pero por supuesto necesitamos del gran empujón de los antiguos pensadores (claro) “no para ser pensados” y para adoptar sus filosofías sino para encontrar en ellas unas bases de aquellos que con tantas carencias de información lograron abrirse puerta a las murallas de la obscuridad. Nosotros con tanto a nuestro alcance volvemos a la edad media, estamos en retroceso intelectual en donde en vez de que allá más pensadores o científicos tienden a ser una especie en peligro, en donde pensar distinto del rebaño es motivo de rechazo social.
Solo atreves de las letras se puede obtener un estudio claro, aunque atreves de esa puerta tal vez de lo único que te des cuenta es que tenemos una inminente ignorancia. Hace hincapié de tenemos que conocer de todo, para no dejarse engañar de nadie, sin embargo hay que viajar, conocer, equivocarse, experimentar, porque gastaremos más intelecto en hacer recreaciones mentales de todo que al vivirlas, no hay que caer en el error de que todo está en los libros, claro que se aprende infinidad de cosas en ellos pero en un escrito por más romántico que sea no puede describir con exactitud el olor de una orquídea, hay que olerla, palparla, comerla, para precisamente leer el libro de la vida.
Otro punto importante no basta tener un buen ingenio, lo principal es aplicarlo bien. Hacer uso de la imaginación para tener nuevas ideas, hay que sustituir sermones de sabios por las verdades pequeñas que nos sean útiles; pero esto acompañado de la humildad. Descartes odiaba la presunción, nos indica que hay que odiarla pero no lo suficiente para pasar desapercibido, pero no amarla para llegar a hacer un presumido.
En conclusión la intención de Descartes no es enseñar a filosofar, solo nos encamina para que aprendamos más de su método, por eso el nombre de discurso y no de tratado del método. El nos invita a enfocarnos en la cultura del libre pensamiento en la cual no hay límites en su aplicación.
Datos curiosos:
* El Discurso del Método es el primer libro de filosofía escrito en francés.
*Creó la Geometría Analítica e introdujo un sistema de coordenadas, llamadas Cartesianas.
*Su física se basa en el principio de la conservación del movimiento, en la negación del vacío y en la teoría de los vórtices.
Con la reciente influencia de la física en la discusión de Dios y la humanidad, me atrevo a poner este escrito de un columnista de la Scientific American (sin que esto signifique una opinión del estilo Magister dixit, es decir, no se ha dicho la última palabra). Al igual que el autor, mi opinión es que la ciencia debe inmiscuirse en esta discusión, dado que si no es la ciencia, con su objetividad, su imparcialidad... dudo mucho que sean los teólogos, quien diga la verdad o nos acerque a ella. Y en particular, creo que debe ser aquella rama de la ciencia que se dedique a investigar el órgano con el que inspeccionamos al mundo u obtenemos conocimiento de él, la que nos diga qué es realmente el concepto dios, por qué y cómo surgió. Espero que al menos el siguiente texto los haga pensar.
Dios no necesita realmente existir para haber evolucionado (1)
¿Qué pasa si le dijera que Dios está enteramente en su mente? Que Dios, como una diminuta especificación flotando en el borde de su córnea produciendo la imagen de una difusa orbe fuera-del-alcance que le acompaña a cada paso, era en realidad una ilusión, un defecto psicológico grabado en el sustrato cognitivo básico de su cerebro? Se puede sentir que hay algo más grande ahí fuera... vigilando, sabiendo, cuidando. Tal vez incluso juzgando. Pero en realidad hay sólo el aire que respira. Considere, brevemente, las consecuencias de ver a Dios de esta manera, como una especie de rasguño en nuestras lentes psicológicas en lugar de la figura enigmática ahí fuera en el mundo celestial donde la mayoría de las personas creen que está. Subjetivamente, Dios todavía estaría presente en nuestras vidas. De hecho, más bien molestando. Como un modo de percepción, él seguiría cubriendo nuestras experiencias con un elusivo significado y dando el sentido de que el universo se comunica con nosotros de diversas maneras. Pero objetivamente, la noción de Dios como una ilusión es una radical y algunos dirían que incluso peligrosa idea, ya que plantea importantes cuestiones acerca de Dios como un agente autónomo, independiente, que vive fuera de las células del cerebro humano.
De hecho, la ilusión de Dios es más plausible como idea que algunos otros experimentos relacionados con el pensamiento, como la posibilidad de que nuestros cerebros están asentados en una cubeta electrificada en alguna parte y que estamos simplemente viviendo vidas simuladas. En contraste con el ejercicio de la cubeta o alguna otra analogía a la película de ciencia ficción The Matrix, es bastante indiscutible que la capacidad de nuestra especie de pensar en Dios –incluso un Dios ausente– sólo es posible en nuestros cerebros muy naturalmente derivados. En particular, en virtud del hecho de que nuestros cerebros han evolucionado a lo largo de los eones en la forma inusual que tienen. En el discurso filosófico, la idea de que Dios es una ilusión podría ser una alternativa científica, inspirada en un debate muy antiguo, ya que se trata de la naturaleza y veracidad del ser real de Dios.
Todo eso está muy bien, puede estar pensando. Pero tal vez Dios no es una ilusión en absoluto. Más que un rasguño en nuestras lentes psicológicas, la capacidad de nuestro cerebro para razonar acerca de lo sobrenatural –sobre cosas como el propósito, la otra vida, el destino– en realidad es la firma personal de Dios en nuestro cerebro. Uno nunca puede descartar la posibilidad de que Dios diseñó microscópicamente la evolución del cerebro humano de manera que hemos llegado a verlo más claramente, una especie de procedimiento Lasik divino, o un raspado de la feroz bestialidad que oscurece la mente de los demás animales. De hecho, algunos estudiosos, como los psicólogos Justin Barrett y Michael Murray, sostienen algo parecido a esta visión de «evolución teísta» en sus escritos. Sin embargo, como un psicólogo científico que estudia la religión, me tomo la parsimonia explicativa en serio. Después de todo, la parsimonia es la premisa básica de la Navaja de Occam, la piedra angular de toda investigación científica. La Navaja de Occam sostiene que, de dos teorías igualmente plausibles, la ciencia rasura la grasa adicional, favoreciendo la que hace el menor número de supuestos innecesarios. Y en ciencias naturales, el concepto de Dios como una fuerza causal suele ser una desagradable masa de cartílago. Aunque el tratamiento de Dios como una ilusión puede no estar completamente justificado filosóficamente, por lo tanto, es de hecho un tratamiento válido científicamente. Debido a que el cerebro humano, como cualquier otro órgano físico, es un producto de la evolución, y como funciona la selección natural, sin recurrir a la previsión inteligente, este aparato mental nuestro desarrollado para pensar en Dios todo sin necesidad de consultar a este, desampara su existencia real.
De hecho, el cerebro humano tiene muchas ocurrencias tan extrañas que sistemáticamente alteran, ocultan o tergiversan enteramente el mundo fuera de nuestras cabezas. Eso no es necesariamente algo malo, ni implica un pobre diseño de adaptación. Sin duda usted ha visto su cuota de ilusiones ópticas antes, como la famosa imagen de Müller-Lyer donde un conjunto de flechas de igual longitud, con sus colas en direcciones opuestas, da la impresión subjetiva de que una línea es en realidad más larga que otra. Usted sabe, de hecho, que las líneas son de igual longitud, sin embargo, a pesar de este conocimiento su mente no le permite percibir la imagen de esta manera. Hay también bien documentadas ilusiones cognitivas sociales que le pueden ser menos familiares. Por ejemplo, David Bjorklund, un psicólogo del desarrollo, razona que el exceso de confianza de los niños pequeños en sus propias capacidades mantiene su participación en tareas difíciles en lugar de simplemente rendirse cuando fallan. En última instancia, con la práctica y con el tiempo, las habilidades reales de los niños pueden irónicamente comenzar estando más próximas a estos tempranos auto-juicios, favorablemente deformados. Del mismo modo, los psicólogos evolucionistas David Buss y Martie Haselton sostienen que la tendencia del hombre a sobre-interpretar las sonrisas de las mujeres como insinuaciones sexuales les incita a seguir la táctica de cortejo con más frecuencia, a veces permitiendo oportunidades reales de reproducción con mujeres amistosas.
En otras palabras, tanto desde una perspectiva del bienestar como biológica, si nuestras creencias sobre el mundo ‘ahí fuera’ son verdaderas y exactas importa poco. Más bien, psicológicamente hablando, es si trabajan para nosotros –o para nuestros genes– lo que cuenta. Al leer esto Ud., los científicos cognitivos están avanzando lentamente su recorrido hacia una comprensión más completa de la mente humana como un prisma que comba la realidad. ¿Qué cambiará todo? El consenso que se avecina entre los que toman la Navaja de Occam en serio de que la existencia de Dios es una pregunta para los psicólogos y no para los físicos.
Eva tomando del árbol del conocimiento. Al comer de dicho árbol, la humanidad fue condenada. ¿Querría dios que fuésemos ignorantes para tener su gracia?
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En la última sesión del semestre, se suscitó una discusión algo acalorada respecto a Dios, los milagros y la Biblia. Personalmente, creo que el argumento de los milagros es muy válido para intentar explicar la existencia de algo que los haga posibles. Pero a diferencia de para quienes ese algo significa Dios, para otros no lo es, significa que no conocemos del todo la naturaleza, significa que hay una causa racional y natural que hace posible que sucedan cosas que no podemos explicar con el conocimiento disponible, significa, pues, que hay que investigar más... no que hay que conformarnos con atribuírselo a alguien o algo.
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Lo que todavía es sorprendente, y me disculpo de antemano si esto suena ofensivo, es que habiendo suficiente información respecto a estos temas, la gente siga aportando los mismos "argumentos" para defender su postura. Cosas sobrenaturales. La mayoría está ya desmitificada. Todo esto solo me hace pensar que la fe de estas personas sigue un camino de ignorancia voluntaria. Porque definitivamente tienen miedo a considerar que dios tal vez no es lo que pensaban. Esta razón sería suficiente para callar a su servidor, sin embargo, creo que el hombre debe asumir su responsabilidad, y debe asumir su autonomía como ser humano, sea que haya dios o no.
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Aquí hago una pausa. En este punto, podría preguntárseme por qué el empeño en dudar de la fe. Por miles de años, creo que la existencia de dios ha sido una duda importante de la historia humana. Como estudiante, dudo, sobre todo, de lo paranormal.
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Obviamente, no solo ha habido un dios, sino muchos. Si actualmente en el occidente tenemos por dios a Jehová, y a su hijo Jesucristo, esto es sencillamente por razones hostóricas e imposición cultural (lo que, a mi entender, debería preocupar un poco siquiera a los cristianos, pero parece que los tiene sin cuidado), lo que significa que Jehová y Brahmā son tan válidos en el judeo-cristianismo e hinduismo como los dioses nórdicos en el paganismo. Uno asimila la cultura de cuna. Si discutimos con un hinduista sobre dios vamos a entender cosas distintas.
*** Se han estudiado extensamente las correlaciones cerebrales y la experiencia religiosa. Experiencias como la glosolalia (el "don" de lenguas), las apariciones, la sensación de comunión con el universo, son sencillamente producto de alteraciones cerebrales bien estudiadas y documentadas. La religión es, pues, un subproducto de procesos cognitivos, cerebrales. Obviamente, al hablar de religión se engloba el concepto dios (que se originó mucho después de haber aparecido la religión), aunque los términos no son intercambiables, dado que hay religiones ateas, como el budismo primigenio o el janismo (cuya máxima Toda la vida se sustenta mútuamente y por interdependencia es, a mi parecer, uno de los mayores logros de la religión, ya que no pone en el ojo del universo a ningún ser, a diferencia del cristianismo... les dejo las consecuencias de estas diferencias entre la forma en que los hinduístas y los cristianos hemos hecho uso de los recursos naturales)
Este tema da para mucho más. Solo les dejo los esbozos de una nueva corriente dentro de las neurociencias que se enfoca en investigar la religión desde el cerebro. Todo apunta a que nuestro bagaje de creencias acerca de dios no es más que un invento humano. Las razones puden ser las mismas por las que muchos en la actualidad temen dejar esas creencias. Al fin de cuentas, explicar la existencia de un universo sin dios es tan difícil como explicar un dios que originó el universo, pero que él mismo no tiene origen. ¿Navaja de Ockham?